
POR MARIO T. CUETO CÁRDENAS I PERIODISTA (25-01-2023)
En estos días de enero, recordamos los cuarenta años de la infausta masacre de ocho periodistas, ocurrida en Uchuraccay el 26 de enero de 1983, a poco de iniciarse esa incomprendida y despiadaa etapa de la violencia político social que enfrentó a los peruanos, a partir del 17 de mayo de 1980, fecha inicial evidenciada por la quema de las ánforas electorales por quienes no apelaban y seguramente, no aceptarán los mecanismos de la democracia, para acceder al poder.
Uchuraccay, conocido por las nuevas generaciones mayormente solo tangencialmente junto a otros hechos lamentables de lágrimas, dolor y muerte, lleva consigo una serie de mensajes y reflexiones, no solamente para quienes estamos involucrados en el quehacer periodístico o de comunicación social,sino para la propia población en general.
Una primera lección para los hombres involucrados directa o indirectamente con el periodismo, es la unidad que nos caracterizó a los hombres de prensa de entonces, al margen de las posiciones políticas personales, para cumplir con un único objetivo: la búsqueda de la verdad, y lograr lo que considero personalmente un deber y una obligación en los tiempos de hoy, la necesidad de estar involucrados y comprometidos todos en esa marca única democrática, incuestionable y sostenible, enemiga de toda forma de intolerancia, de dictadura o de pensamiento único, que es la reputación y credibilidad. Marca periodística tan venido a menos, en muchas ocasiones debido a que nos corroe o gana el interés político-partidario o el interés económico y de sumisión, antes que el ejercicio con la debida responsabilidad, en salvaguarda de la libertad de expresión, de la libertad de prensa, que es un derecho que asiste a todos, a través de las informaciones verdaderas, con pluralismo sin ninguna marginación o exclusión de la noticia que afecte de alguna manera, a propios intereses.
La segunda reflexión en general para la población es la necesidad de que también cautelen el debido ejercicio del periodismo de nuestros tiempos y sepan respetar las divergencias, las diferencias de opinión o de apreciación, es decir, la pluralidad de la información y de la opinión, asimilando lo sostenido por el representante de la Defensoría del Pueblo en Ayacucho, al señalar que las redes sociales hoy día permiten emular, imitar la labor del periodismo, de la comunicación con ningún tipo de respeto por los derechos humanos en varios casos, debiendo a la vez los medios de comunicación en estos tiempos proteger todos los derechos, sin vulnerar los derechos fundamentales, es decir, deben comunicar sin dañar, siendo responsables, junto al Estado, la familia y la sociedad, de respetar, proteger, promover y defender los derechos de la persona y la comunidad.