“Los productos decorativos ayacuchanos como las fundas, centros de mesa o muñecos deben tener información clara sobre su composición y origen”, explicó Milagros Aranguri, especialista de Promperú. Esta información, que incluye si es 100 % alpaca o si contiene tintes naturales, protege tanto al consumidor como al productor.
En países como Estados Unidos o la Unión Europea, el etiquetado también debe detallar instrucciones de conservación, para garantizar que el producto no se dañe y se mantenga la satisfacción del cliente.
En el caso de productos rellenos, como peluches con forma de llamas u ovejas, algunos mercados requieren que se cuente con registros sanitarios específicos. “Es importante conocer hasta dónde llega nuestra responsabilidad como exportadores, porque muchas veces esa gestión le corresponde al importador”, detalló.
Aranguri recomendó a los emprendedores analizar bien su mercado objetivo antes de enviar un producto. Saber si el importador se encargará del registro puede ahorrar tiempo y dinero a las asociaciones artesanales.
Los alimentos procesados o frescos también deben cumplir con regulaciones estrictas, como rotulados con nombre científico, origen, peso y certificados sanitarios. “Los países protegen a sus consumidores, por eso los productos deben demostrar que no contienen contaminantes ni residuos dañinos”, advirtió Aranguri.
Para ingresar a supermercados internacionales, el etiquetado debe estar en el idioma local y cumplir con normas sobre alérgenos, composición nutricional y fechas de vencimiento.

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