“La contaminación sonora no solo es el ruido del tráfico, también son fiestas, eventos y aparatos que alteran nuestra tranquilidad y generan cuadros de ansiedad”, advirtió José Antonio Plasencia Juzcamaita, decano del Colegio de Psicólogos del Perú – Región XV Ayacucho, quien explicó que este problema afecta la calidad de vida de las personas y que no es atendido con la debida urgencia por las autoridades. Mencionó que incluso el uso constante de audífonos o sonidos fuertes en espacios públicos vulnera el bienestar de quienes viven cerca. Esta exposición prolongada al ruido puede desencadenar reacciones negativas tanto en adultos como en niños.
El decano enfatizó que los altos niveles de sonido afectan no solo el estado emocional, sino también el equilibrio físico y mental de las personas. “Puede parecer inofensivo, pero el ruido constante provoca irritabilidad, impulsividad y eleva el estrés”, señaló.

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Añadió que estos síntomas se agravan si se suman al estrés cotidiano familiar o laboral, generando consecuencias graves para la salud mental. Por ello, recomendó a las autoridades y ciudadanía tomar conciencia de este problema silencioso pero dañino. El sonido desmedido puede ocasionar insomnio crónico y afectar la productividad diaria, especialmente en personas vulnerables.
Acotó que las municipalidades tienen el deber de fiscalizar y sancionar los eventos con volumen excesivo que perturban la convivencia. Exhortó a la población a presentar sus denuncias cuando el ruido sobrepase los niveles permitidos y altere el descanso.
“Una fiesta sin control de sonido puede afectar el sueño y desempeño de los vecinos, y eso debe ser sancionado”, expresó. Llamó a crear normativas más estrictas y campañas informativas para proteger la salud mental desde un enfoque preventivo. La contaminación sonora debe ser tratada como un problema de salud pública urgente en la región.