La crisis económica que atraviesa Bolivia es una advertencia urgente para el Perú: el populismo sostenido en subsidios, gasto fiscal desbordado y desprecio por la inversión privada termina erosionando las bases de cualquier economía. Hoy, Bolivia registra una inflación superior al 15 % anual, reservas internacionales que han caído de US$15,000 millones en 2014 a apenas US$2,600 millones en 2025.
“Esto no es sostenible. Estamos viendo desabastecimientos cada vez más frecuentes porque no hay dólares para importar”, advierte el economista boliviano José Gabriel Espinoza. Según explica, la falta de inversión en el sector energético, sumada a subsidios que agotan los recursos públicos, ha derivado en una crisis estructural. “(En Bolivia) Nos dimos cuenta muy tarde de que la inversión en hidrocarburos era esencial. Ahora estamos pagando el costo de haber vivido de una ilusión”, sentencia.
En Peru 21, Marco Ortiz, investigador del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP), alerta: “Bolivia es un claro ejemplo de cómo un modelo basado en gasto sin respaldo y nacionalismo económico termina en colapso. En Perú estamos viendo señales similares: bonos aprobados sin sustento, ataques a la inversión privada y una creciente presión sobre las finanzas públicas”. Aunque el Perú conserva estabilidad monetaria gracias al rol del Banco Central de Reserva, el deterioro fiscal, el retroceso de la inversión y el avance de propuestas populistas en el Congreso muestran un riesgo latente. “Si no corregimos el rumbo, podríamos terminar replicando un modelo fracasado que hoy lleva a Bolivia al borde del abismo”, concluye Ortiz.
