Franz Carvajal Gamboa, propietario del negocio Puerto Café en Ayacucho, señaló que hay condiciones desiguales que enfrentan las microempresas frente a las grandes corporaciones, especialmente en materia fiscal. Asegura que el Estado exige a los pequeños negocios cumplir con las mismas obligaciones tributarias que las grandes empresas, como el régimen de tercera categoría, lo que implica contratar un contador, declarar mensualmente y asumir el impuesto a la renta. “Eso es lo que debería cambiar: tener legislaciones específicas para microempresas, incluso por región. Así, pagaríamos impuestos con más optimismo porque veríamos un apoyo real del Estado”, afirmó.
Otro de los grandes obstáculos que enfrentan los negocios formales, según Carvajal, es la burocracia mal gestionada. Si bien existen procedimientos administrativos establecidos, en la práctica muchas entidades no orientan adecuadamente a los usuarios, lo que complica aún más el cumplimiento de requisitos. “Uno va a hacer un trámite y quienes te deben ayudar no saben o no leen los procedimientos. Si les preguntas, te dicen ‘hazlo tú nomás’”, relató. Este desconocimiento genera retrasos innecesarios, y en lugar de facilitar la formalización, desincentiva al ciudadano.
Finalmente, cuestionó la limitada presencia del Estado en cuanto a formación técnica y espacios de promoción para los negocios locales. Aunque se organizan ferias, estas no tienen impacto real ni continuidad, y no se desarrollan programas de capacitación sostenida que realmente fortalezcan a los emprendedores. “No hay especialistas ni capacitaciones serias del Ministerio de la Producción, y eso es lo más triste. Si queremos que las microempresas sean competitivas, se necesita asistencia técnica de calidad, formación en gestión empresarial y estrategias adaptadas al contexto regional”, precisó.