Aniversario de una nación inexistente [OPINIÓN]

Cuando existe Nación, según el politólogo francés Benedict Anderson, las naciones garantizan a los ciudadanos una sensación de pertenencia a un conjunto mayor, sin confundir Nación con Estado.
MARIO CUETO CÁRDENAS

Por Mario T. Cueto Cárdenas

En un ambiente de inestabilidad política, de cuestionamientos a la legitimidad de los gobernantes, celebramos las Fiestas Patrias, fruto del sacrificio, entrega y determinación de Don José de San Martín, junto a preclaros soldados que se unieron para lograr la libertad de los pueblos, entregando muchos sus vidas. Sin desmerecer esta gesta de la Proclamación de la Independencia en 1821, cabe precisar que la verdadera independencia que nos liberó de yugo español, fue el 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de Ayacucho, cerca al pueblo de Quinua, posibilitando que el ejército realista abandone el territorio nacional.

Los peruanos, al margen de lo señalado, celebramos el mes de la patria, muchos incluso sin valorar ni respetar los símbolos patrios; sin reflexionar acerca del significado de Nación, que pese a más de 200 años de la independencia, conforme señala Sinesio López, no somos aun una nación, “pues las élites dominantes y gobernantes no han reconocido las demandas de las clases populares y, por eso mismo, no las han transformado en ley que obligue a todos y que nos haga sentir una comunidad nacional”.

Efectivamente, debemos entender y saber con claridad que la nación debe constituir una comunidad cívica de ciudadanos legalmente iguales que habitan el territorio. Cuando existe Nación, según el politólogo francés Benedict Anderson, las naciones garantizan a los ciudadanos una sensación de pertenencia a un conjunto mayor, sin confundir Nación con Estado.

Pero la independentista de hace más de 200 años, tampoco nos permite disfrutar y vivir de lo que es una República, pues no somos una comunidad de ciudadanos que busca el bien común, compatible con el interés general, debido a que el sistema imperante permite que las expectativas de la comunidad, sean encausadas solo para beneficiar a determinadas élites, con la presencia  en estos tiempos, de políticos improvisados, oportunistas, sin principios, doctrina ni ideología, surgidos de canteras mercantilistas y, hasta diría con algunos de ellos carteristas, que delinquen incluso en pleno ejercicio del poder. Un reflejo de lo afirmado es el Congreso de la República, donde incluso los que pregonan ser de izquierda o de derecha, sin escrúpulo alguno, conformaron una lista dejando de lado toda dignidad política, en una suerte de componenda y alianza tóxica, con conciliábulos nefastos y contra natura, traicionando a quienes con alguna esperanza y expectativa votaron por ellos

¿Es este el país que buscaron y soñaron quienes entregaron sus vidas para darnos libertad? ¿Es el Perú de hoy la Nación por el que durante 44 años entregaron sus vidas, gentes de toda condición social, económica y cultural? ¿Este es el gobierno, ejecutivo y legislativo, que ansiaron nuestros antepasados para logra igualdad de oportunidades y acceso a los derechos fundamentales y justicia que asiste a toda persona, sin discriminación, ni desprecio por las procedencias provincianas? La respuesta creo que está en la boca de todos, respuesta que se enriquece cuando el más vivo, el oportunista, el inestable político, tiene mejores y mayores posibilidades de ejercer cargos de gobierno, incluso legislando a favor propio, en desmedro de las mayorías.

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