
Por Franco García Juscamaita
Una de las primeras impresiones que llama la atención cuando pisas suelo Huamanguino, muy a parte de la historia y patrimonio, es el incomprensible y caótico tránsito vehicular que existe en la ciudad, realmente en cierta forma no hace extrañar al ya mentado caos limeño que dicho sea de paso ha tomado el primer puesto como la ciudad con mayor congestión vehicular de América Latina (según Compañía TomTom). Retornando a al contexto huamanguino, es increíble como en una ciudad de dimensiones medianas se puede observar tal desorden y cómo también los propios ciudadanos han normalizado conductas que no son las mas adecuadas dentro de los parámetros cívicos y de buena convivencia dentro de nuestra ciudad.
Se puede describir algunos ejemplos claros y que de cierta manera para el que lo lea se sentirá de algún modo representado como testigo o como protagonista del hecho; es una verdad la competencia que ejercen algunos conductores por ganar la mayor cantidad de pasajeros, más grave aún en nuestras callecitas del querido centro histórico; la imposición de paraderos informales de los autos colectivos que poco a poco van ganando espacios en la ciudad debido a un sistema de transporte público deficiente, inoperante y lerdo; una proliferación de mototaxis en diversos puntos de la ciudad donde no distingue ningún tipo urbanización, barrio, sector, cooperativa o asentamiento; un uso indiscriminado de las motocicletas como vehículos de servicio público y su libre albedrío por tomar toda la ciudad, de la forma más literal, como sus caminos (pistas, veredas, parques, jardines, espacios áridos, espacios verdes, etc) y esto en su mayoría con el consentimiento y normalización de los ciudadanos. Todo aquello sin contar con la falta de civismo que existe en la ciudad, como acciones tan simples de respetar las señales de tránsito, o el de ceder el pase al peatón que tiene que realizar piruetas y malabares por pretender cruzar de una acera a otra.
En la visión actual de ciudad, la prioridad la tienen los peatones, seguidos de los vehículos no motorizados, lamentablemente la ciudad carece de vías y espacios seguros para estos usuarios; en conclusión, la ciudad tiene mucho por trabajar en estos temas, tanto desde la cabeza que es el gobierno municipal, manteniendo el orden, dictando normativas adecuadas, dotar a la ciudad de espacios de tránsito adecuados y de un sistema funcional de transporte urbano, hasta llegar a las escuelas y el hogar donde se imparta el civismo, y se enseñe a respetar las normas y hacer respetar nuestro derechos como ciudadanos.