POR EDGAR GUTIÉRREZ GÓMEZ
Oscar Manuel Becerra Tresierra, actual ministro de Educación, tiene una profesión que nada tiene que ver con la educación; sine qua non de todos los gobiernos de turno. El cargo es ocupado por profesionales que no tienen la formación pedagógica en educación que ofrecen las universidades e institutos de educación superior en el Perú. Si algo mejoró con las acreditaciones y licenciamiento de las instituciones de educación superior que cerraron las puertas al emprendimiento en el sector educación, pero el pueblo llano no tiene interés para nada en la academia y la ciencia científica, dejando pasar la formación profesional de personas que ocupan cargos políticos en todos los sectores. El pueblo analfabeto aplaude las declaraciones públicas del necio ministro de Educación para que se aplique la pena de muerte, retirándose de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que el gobierno de turno asesine a diestra y siniestra a quienes reclaman sus derechos.
El Estado Peruano, gobiernos regionales, alcaldes y demás autoridades son gobernados por adefesios, el producto es adefesio por donde se le quiera ver. Como la política es un arte de gobernar, los políticos se forman en las canteras más atrevidas del sector social, se gradúan en las mañas más inocuas del submundo de la política peruana; ahora son presidentes, gobernadores regionales, alcaldes y otros cargos que los conoces y dices “¡isti!”. ¿Cómo llegaron ahí? Pero, es presidente, gobernador regional, alcalde, rector y todos los demás adefesios que usted ve como su patrón. Para lo único que sirve este adefesio es para hacer una máquina de hacer dinero con el feo adefesio que viste de la peor manera, justificando que es rico sin alardear. Tanto dinero que lava, lava y se abandona al pragmatismo para lucir sus insípidos bienes materiales, intimidando al existencial que vive de la efímera inmediatez.
Como el adefesio siempre estuvo de moda todo el tiempo, a partir de las relaciones interpersonales de estima conyugal muchos hombres y mujeres se llaman: adefesieros. La razón de sus elucubraciones salta al fenómeno social que es por su manera de vestir multicolores, oscuros sin nada de gracia, cara descuidada de poca higiene, pelo desaliñado como el mío, sin afeitar violando la naturaleza humana de bellos humanoides, coprolálico sin límite, impresentable a esa sociedad regida por normas adefesieros de vestir bien con ropa de marca, vocabulario rebuscado, modales feudales, chaqueta y corvina adquirida en bazar de venta final al 100% de descuento. Filósofos cínicos, socráticos, estoicos, epicúreos saltan y se aplauden cosquilleantes que una vez dijeron su verdad públicamente. Hay una diferencia entre el adefesiero político decisor del destino de sus electores: como mis adefesieros que disfrutan de su pintoresca forma de vestir, se relacionan en la vida social, van a la misma ‘merda’ con todas las formas de vida mundana prototipo del ser social en este maldito Perú que no hemos elegido para nacer, vivir y morir como madi en perusalem de los adefesieros sociales.