
RAÚL VEGAS MORALES
Los ciudadanos son el reflejo de la educación y cultura de un país. Los valores, creencias, historia, literatura y toda la esencia científica inculcada en las diversas etapas educativas dan como fruto el ciudadano, el hombre cotidiano, el profesional, el científico, el político, los mandatarios que llevan los destinos del país. Todos somos producto de la educación.
Haciendo una introspección país encontramos un Perú disfuncional, desordenado, ciudadanos que diariamente compiten sin ética, con un personalismo que excluye a los demás, sin respeto por el derecho de otras personas, con el “yo” muy por encima del “nosotros”. Todo eso es producto de la escuela.
Hay quienes sostienen que la educación se debe abocar a las materias (matemáticas, literatura, ciencias, naturaleza) mientras los valores, creencias y el bagaje cultural se inculcan en casa. Esa realidad ideal no aplica para nuestro país. Según la encuesta continua de hogares citada por la fundación ADECCO, el 10% de familias peruanas son monoparentales, de ellos el 83% está regido por una mujer y el 43% de esas mujeres carece de empleo por lo que tienen que realizar diversas actividades para sobrevivir.
encontramos un Perú disfuncional, desordenado, ciudadanos que diariamente compiten sin ética, con un personalismo que excluye a los demás, sin respeto por el derecho de otras personas, con el “yo” muy por encima del “nosotros”. Todo eso es producto de la escuela.Como analizamos anteriormente, la pobreza alcanza a un tercio de peruanos que diariamente buscan alguna actividad económica para mantener el hogar. En esos hogares la educación se hace difícil por falta de economía y opciones de admisión del estado. A inicios del presente año se informaba que 60 mil niños no podrían estudiar por falta de vacantes en escuelas y colegios públicos de Lima. En el resto del país la realidad no es mejor.
La realidad nos dice que hay niños por los que, ni hogares ni escuelas se ocupan de su educación y formación, que crecen a la deriva generando un futuro incierto para sus familias y el país, entonces, pedir que se separen instrucción de educación deja en la incertidumbre a miles de niños que no tienen un ejemplo a seguir.
La realidad no es de ahora, viene de muchos años atrás sin que se haya hecho el esfuerzo necesario para corregirla, por el contrario, con el paso del tiempo y la saturación de la educación pública se agrava y el problema salta a la vista con la calidad de ciudadanos, la incipiente investigación científica, la pobre capacidad de los políticos.
La presidente, ante los niños que arengan contra el gobierno, amenaza con separar a los docentes que no se aboquen exclusivamente a las materias. Error garrafal. El docente de educación básica tiene que ser íntegro, no una máquina de materias, y dentro de esa integridad está la enseñanza necesaria de las ciencias políticas para que en el futuro no sigamos teniendo la calidad de políticos que gobiernan el país.