EDGAR GUTIÉRREZ GÓMEZ
Corresponder a este pulcro público que haya regalado un par de minutos de su azarosa vida líquida, al final bien solidificada que no acepta la agónica existencia. Bauman sentó las bases de esta vida líquida, donde la preexistencia de la vida sólida lucha por perennizarse en el tiempo. Hay millones de informaciones en el mundo que cada segundo se renuevan, tomarse un par de minutos para una pequeña lectura de este escrito es un gran logro que anima, reanima a los autores y editores de este medio digital. La discriminación de la información en este tiempo real invadido por la inteligencia artificial, es un logro en el ocio de una pequeña lectura al son de una pasarela como si se pidiera unas chelas heladas en una cantina de la Tía Veneno. Una vez terminada su lectura, intercambiar el contenido irracional de este escrito es una etapa más del ocio existencial del ser humano mortal.
La educación actual no requiere una visita obligada a las librerías o tiendas de material escolar para adquirir materiales educativos. Es una zona digital donde la organización de expedientes, trámites de documentos como certificaciones se hacen virtualmente en tiempo real. Exigir a los alumnos de hoy lecturas obligatorias es complicado e incluso improductivo en la era digital; pero los profesores de antaño, con sus raros hábitos de solidificación en el tiempo, siguen el camino del cantero. Gracias a los lectores ociosos sobreviven los periódicos de circulación impresa y digital, una lectura a un columnista de opinión es alucinante entenderla; porque ahí está su elucubración como efecto narcótico.
Esos animados escritores y lectores es un paria social de extraordinario gusto señalando la rareza actual, no es una santificación o beatificación para vanagloriarse ante el lector único, tal vez el editor, pero es un razonamiento que se nos ocurre de acuerdo a lo que se vive en la educación nacional y mundial. Los medios de comunicación, que no abandonan la falacia del énfasis, siguen captando la atención del viejo lector de costumbres tradicionales que busca leer rápidamente el titular llamativo dentro del texto. Lo mismo ocurre en la vida cotidiana, que busca cada vez más la emoción de encontrar algo fascinante que satisfaga la azarosa existencia. Nuestro lector, contado con los dedos de una mano, trata de encontrar algo interesante en los escritos sin sentido de una alucinación mental producida por el efecto somnífero. Se aprecia su interés por leerlo, analizarlo, apartarlo, alucinar junto al autor, su crítica mordaz, el desprecio de alucinar como el gran combo de la vida que generará pasiones positivas o negativas. Sobre todo, lo que es y será, es un agradecimiento para seguir hablando contigo donde nadie quiere leer algo en su forma completa, menos un libro físico que perdió su atractivo.