POR PEDRO CASTILLA TORRES
La frase “derecha bruta y achorada” fue acuñada por Juan Carlos Tafur en septiembre del 2010 y definida por Álvarez Rodrich como “una coalición en la que participan, entre otros, periodistas corruptos, empresarios mafiosos y políticos pendejos”. Hoy, esa DBA se encuentra más vigente, operativa y financiada que nunca.
A esa derecha no le importa quién sea ministro o ministra de Estado, no le interesa quién sea Presidente del Consejo de Ministros o cuál sea el argumento para desacreditar al gobierno; lo que realmente le importa a la derecha más rancia y conservadora de nuestro país -y es lo único que le importó durante décadas- es tener el poder -incluso de facto- para seguir vendiendo indiscriminadamente nuestros recursos; hacer negocios con el sistema financiero, transporte, alimentos básicos, medicina, seguro, pensiones, gas, telecomunicaciones, agricultura, educación, salud y otros; y tributar por ellos lo que les plazca sin que el Estado les toque absolutamente nada, haciéndonos creer que todo intento por construir un país más equitativo y tributaciones justas, es sinónimo de subversión o terrorismo.
A esa derecha no le importa la gente, solo le interesa defender sus privilegios, y para la defensa de esos privilegios tiene operadores en el Congreso, viejos políticos asociados en una caterva de opinólogos que se dedican a denostar contra todo, y una maquinaria mediática debidamente aceitada que opera como en la peor época de la dictadura. Así están las cosas y si el presidente Castillo no la tiene clara, será vacado pronto, y ya tienen la causal: “Incapacidad moral permanente vinculada a los Dinámicos del Centro” o el color del sombrero, no importa el motivo.
“Perú Libre” debe entender dos cosas: primero, entender que esto es política, y de la más sucia y lumpen de los últimos años; segundo, entender que es este el momento -accidental- histórico para que la izquierda democrática se una temporalmente en ese partido y contribuya a gobernar con eficiencia y sin miedo, pero sin dejar de lado el aspecto ideológico y principios no negociables -DDHH- que implican poner al Estado y nuestros recursos al servicio de las grandes mayorías y los postergados de siempre, deslindando de manera clara y contundente con el terrorismo de Sendero Luminoso, el MRTA y toda organización que represente el terror.
La izquierda democrática, por su parte, y como lo viene haciendo Pedro Francke y otros, debe entender que este momento histórico de unidad, evidentemente accidental y en base a principios no negociables, es la oportunidad para demostrar que sí es posible poner en marcha un Estado eficiente y las ideas de cambio promovidas desde la intelectualidad y las calles.
Esta derecha, calificada como “bruta y achorada” por ser “una coalición de periodistas corruptos, empresarios mafiosos y políticos pendejos”, la tiene clara: Su fin es tomar el poder y el medio es descalificarlo todo para legitimar un Golpe de Estado. Así de claro.
Esa “coalición” quiere dejar a Pedro Castillo solo, dejarlo sin aliados y sin partido político, imponiéndole ministros, viceministros, jefes de gabinete, directores y asesores, infiltrando a cuanto topo sea posible a fin de impedir que Castillo haga la revolución democrática que el país necesita. Estos topos esperarán el momento oportuno para petardear al gobierno por dentro y saldrán como defensores de la democracia.
Si Pedro Castillo sigue cediendo a los chantajes de la DBA, que disfrutó “a panza llena los años de mercantilismo puro” y que ven hoy amenazados sus privilegios, no pasará de fin de año como Presidente de la República.
Estamos advertidos, en realidad hace ya bastante tiempo.
