POR EDGAR GUTIÉRREZ GÓMEZ
Independiente al intersubjetivismo de la sociedad machista que se sobrepone a conjugar un verbo que no existe como: todas, todos, todes y sus ribetes venenosos para referirse al ser humano representado en una unidad lógica. La callejonera, como jerga peruana encaja muy bien con la gente que vulgariza la ética fundada por Aristóteles sustentada en su libro «Ética a Nicómaco» para salvaguardar la irracionalidad. La sociedad peruana es hipersensible al sexismo y exige el uso de adjetivos según el género, como si la existencia humana fuera por género y su lucha por la igualdad y la equidad quedara en el limbo. En esta Semana Santa las callejoneras recorren y deambulan por las calles, parques, mercados populares tratando de santificar la hipocresía de su vida.
El representante municipal declaró zona intangible al centro histórico de la ciudad de Huamanga y así evitar que ingresen las callejoneras que ahorran todo el año para compartir alcohol en la Plaza Central de Huamanga. Claro, a las Santas declaradas por alguna huachafería inútil les encanta pasearse en andas por el centro histórico de Huamanga; porque tienen miedo de ir a las periferias donde realmente necesitan alguna bendición milagrosa para sobrellevar esta desastrosa existencia sin sentido. Los gremios de cargadores y sus comitivas de cada salida al centro histórico de estos Santos, deberían llevarlo a la fuerza a mi invasión para darle su bendición y así dejar de comer tierra cuando pasan los choferes con sus camionetas del año a toda velocidad.
El control social ejercido por las autoridades políticas que pactaron para ser elegidos, son ahora los verdugos de los que desean divertirse a sus anchas. La división social por estancos en esta Semana Santa, más parece una marginación para los que vienen de otras regiones o país a divertirse y no así a santiguarse, golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento de todos sus males acumulados en el subconsciente. Los que viven en las periferias tienen prohibida la entrada al parque central salvo para visitar sus iglesias y alfombras de contaminación ambiental. Las ‘callejoneras’, ‘callejoneros’, ‘callejoneres’ o como quieran catalogarlo en la jerga peruana deambulan por todos los espacios abiertos posibles para compartir alcohol camuflado a la vista del serenazgo o de la policía haciendo su trabajo.
Aquellas callejoneras que se reunieron en esta Semana Santa, se quejan con la autoridad local por su ingeniosa decisión de prohibir algunas costumbres no acostumbradas a la libertad individual, ejercida en grupos sociales. Hay quienes están molestos con el serenazgo y la policía cuya profesión es el control social por mandato de quien ejerce el poder sobre ellos. El colmo de esta situación es desear que las ‘callejoneras’, ‘callejoneros’, ‘callejoneres’ den rienda suelta a su libido; dando la espalda a los tanáticos que prefieren sufrir, autoflagelarse, ayunar, masoquistas que son potenciales candidatos a internamiento psiquiátrico. Ah, no te sientas aludido, aludida, aludide o sigue conjugando esos verbos inexistentes y alucina con ellos, ellas, elles y ….