Por Franco García Juscamaita
Cuando alguien menciona Ayacucho o Huamanga, una de las cosas que se viene a la cabeza son los retablos, piedra de Huamanga, etc., todo esto dentro de lo que llamamos artesanía y/o arte popular, tal es así que la ciudad es considerada como capital nacional de lo mencionado; vale acotar también que la ciudad de Ayacucho hace unos años fue inscrita dentro de la red de Ciudades Creativas de la UNESCO, un logro bastante importante y destacable que juntó tanto a autoridades como a los protagonistas que son los artesanos y maestros que pudieron lograr tal denominación.
La ciudad de Ayacucho tiene un potencial artístico impresionante, cuenta con la mayoría de las líneas artesanales que se realizan en el país, se tiene un CITE que organiza talleres y colabora con la divulgación y transmisión de estas técnicas y saberes, en la ciudad se hallan diversas casas-talleres de los mas distinguidos amautas artesanos que día a día siguen demostrando a la sociedad su destreza y gran don creativo que poseen, en los mercados se puede apreciar tales artesanías que son muy requeridas para todo aquel visitante nacional o extranjero que desea llevarse un recuerdo de su visita, cada cierto tiempo se organizan ferias de expo-venta a nivel local, nacional o exterior como impulso para la promoción de los productos. Cada esfuerzo que se realiza es importante, ya que de cierta forma se aúnan esfuerzos para lograr una mejor visibilización en el mercado nacional y extranjero, la preservación de las líneas artesanales, conservación de las técnicas y revaloración para que llegue al sitial que le corresponde.
Pero, ¿Qué nos falta en la ciudad con respecto a nuestras artes populares y artesanías? A nivel de ciudad, tenemos que colocar a nuestras artesanías y a nuestros amautas en una vitrina más visible e importante para que sean admirados por nuestros conciudadanos y visitantes, contar con un equipamiento urbano que englobe todo lo mencionado en el párrafo anterior, un espacio donde se pueda reunir tanto la preservación, divulgación, investigación, observación y la venta de los artículos artesanales, un lugar donde podamos reunir a todos las artesanías, narrando de forma interactiva su historia y proceso evolutivo de cada una de ellas, donde podamos conocer de cierta forma la vivencia de los maestros artesanos y hacedores de estas obras de arte, donde se pueda organizar talleres y/o exposiciones itinerantes, donde se pueda hallar un espacio expositivo para las nuevas promesas y ser el gran catálogo como también el punto de partida de todo un recorrido por la ruta artesanal de la ciudad. Ese equipamiento debe ser un museo, al que podemos denominar como Museo de las Artes Populares de Ayacucho.
No miremos al museo como un equipamiento acogedor de elementos antiguos y de historia pasada, miremos también al museo como un lugar de aprendizaje, enseñanza y renovación de valores constantes, un elemento vivo y que avanza al ritmo de la ciudad. Hoy en día hay museos de este tipo en diversas ciudades que son abanderadas en el tema de la artesanía y artes populares, y que utilizan espacios históricos como son algunas casonas (arquitectura civil doméstica que la ciudad aún conserva) donde es posible ver el complemento de bien mueble y bien inmueble, de patrimonio material y patrimonio inmaterial. Esta podría ser la gran oportunidad para poder tener otro espacio cultural en la ciudad, un espacio vivo y de sociabilización, un espacio rescatado para el beneficio de todos y todas, un regalo para la ciudad a poco tiempo del bicentenario, está en mano de las autoridades poder lograrlo.