“La panadería en Ayacucho ha sido menospreciada durante años, cuando en realidad aporta dinamismo a la economía local”, expresó Vladimir Bañico, panadero ayacuchano e impulsor de la marca de bizcochuelos Bañicos, quien señaló que la producción artesanal, aunque valorada, enfrenta dificultades por el tiempo de elaboración y la falta de estandarización de procesos, lo que limita la competitividad. A ello se suma que el consumo anual de pan en el Perú es de 27 kilos por persona, un mercado en el que Ayacucho aún no logra posicionarse con fuerza.
El empresario explicó que, tras años de esfuerzo, hoy logran vender chaplas, bizcochuelos y panetones a nivel nacional, llegando a Lima, Ica y hasta regiones del sur. Sin embargo, subrayó que la exportación es todavía un desafío, dado que productos como el bizcochuelo requieren ser consumidos al instante. “Estamos trabajando en ampliar el tiempo de vida de nuestros panes, pero necesitamos apoyo para implementar tecnologías limpias que mejoren la producción sin dañar la tradición artesanal”, manifestó.
En este contexto, Bañico remarcó la importancia de programas como Procompite, que pueden permitir la adquisición de maquinarias y capacitaciones para el sector panadero.
“Con inversión pública y privada podríamos generar más empleo y revalorar la panadería ayacuchana a nivel nacional”, indicó. De esta manera, el sector busca transformar una actividad antes subestimada en una alternativa real de desarrollo económico regional.