“La implementación de centros comerciales en Ayacucho no solo representará una nueva oferta comercial, sino que también dinamizará la economía local”, señaló Richard Prado Ramos, contador público, quien manifestó que estas inversiones generarán empleo directo e indirecto, al requerir personal en ventas, logística, transporte, seguridad y otros servicios complementarios. La presencia de estos espacios también estimula el crecimiento de empresas proveedoras locales, como las que comercializan productos frescos, y fomenta nuevas formas de trabajo colaborativo.
Prado resaltó que los centros comerciales no significan la desaparición de pequeños negocios, sino una oportunidad para que bodegas y emprendimientos imiten modelos exitosos. «Los comerciantes locales pueden mejorar su presentación y servicio al cliente», mencionó.

Además, este nuevo entorno comercial puede ser un punto de partida para reducir la alta tasa de desempleo juvenil, ofreciendo alternativas al limitado empleo público. Los ingresos generados por impuestos también fortalecen la recaudación tributaria local, aportando a la sostenibilidad del desarrollo urbano y social.
El especialista señaló que es necesario superar el enfoque centralista que limita el desarrollo comercial al centro histórico de la ciudad. “Debemos abrirnos a invertir en otras zonas como los terrenos de universidades u otros espacios disponibles”, puntualizó.
La llegada de empresas como Falabella, que inició como punto de entrega de pedidos y luego abrió tienda física, demuestra que Ayacucho tiene potencial como mercado. Esta transformación permitirá atraer nuevos modelos de negocio y facilitar la descentralización comercial que tanto necesita la región.